miércoles, 2 de junio de 2010

LECCIÓN DE POESÍA NÚMERO 12




Hoy le he pedido su día al dingarandín este del güinterborbotón ese, y es que no podía dejar pasar una semana más sin poneros algún poema de mi autor favorito: Jorge Luis Borges. Ayer estuve hasta las tantas tomándome un algo con el calvo espúrio y cronofrisón de Luna de Agosto, sí, ese ser de cartón-piedra que responde al nombre de Francisco y cuyo craso cocorote parece balón de baloncesto. Pues eso, que nos vimos en un sueño, y ya que andábamos así, a media luz, nos dio por confesarnos poetas y poemas favoritos. Tú no veas qué desvarío, qué desfase, qué estripote, pa miccionar por los endrinos y más que echar gota, echar cominos, la verdad. Y casualidad de casualidades, los dos vinimos a reparar en que nos gustaban casi casi los mismos…, cómo puede ser esto es un misterio para mí. Somos seres totalmente contrapuestos y no nos parecemos ni en la forma del bigote prusiano que no tenemos pero deseamos.

LECCIÓN 12 – JORGE LUIS BORGES

Pues eso, que me di cuenta de que era el momento pero ya mismito de compartir con vosotros algunos de los poemas de Borges. Hablar del escritor argentino me parece baladí, cualquier página en Internet sobre él os dirá todo lo que necesitéis saber…, y con todo, Borges es, como dice el mismo Francisco en su poema Borges I,

La noche primera.
el cielo estrellado,
el aroma del ámbar,
el amor confundido y consumado,
el vórtice infinito de la misma muerte,
las mil formas de la Diosa Blanca,
el último aliento del Cristo,
el silencio estruendoso de las olas en el mar,
la sonrisa del Buda,
los besos perdidos,
los labios besados,
el escudo bruñido de Sigfrido,
la espada forjada en blanco fuego,
el idioma anglosajón y su canción:
el Beowulf, asesino de dragones
que regresará de entre los muertos,
la patria de Odiseo que no es patria,
la melancolía del arrabal,
el tango de lo que ya no existe,
el signo que cifra el fuego,
arena cubriendo el vientre de la tierra,
el hombre ciego que ve con sus manos,
la mujer que lleva en su cuerpo de estrella
la promesa de la mañana en primavera,
el ataúd que contiene la forma
en su vulgar forma de madera,
la substancia transmutada del vuelo del pájaro
y que se manifiesta nuevamente en cada gesto
de amor, amistad y prestancia,
la cruz, la roja luna y la forma de las runas,
el gato que bosteza al lado de la cama,
el escorpión en la mano del monje,
Medusa con ojos de piedra que convierten
a todo el que la mira a la verdadera vida.

Borges me ha dado todo eso,
y me estoy quedando corto,
pues todo me parece poco
para quien ha cifrado con sus versos
el misterio mismo del universo.
(Francisco José Francisco Carrera, “Borges I”)

De Borges, lo más importante que puedo decir es que es todo él maravilloso. Sus cuentos, su verso, sus ensayos…, no tiene límites, es una parte del Todo que a la vez se configura en Todo infinito e inconcluso. Y claro, he decidido elegir unos cuantos poemillas suyos, empezaré por este:

EL INGENUO

Cada aurora (nos dicen) maquina maravillas
Capaces de torcer la más terca fortuna;
Hay pisadas humanas que han medido la luna
Y el insomnio devasta los años y las millas.
En el azul acechan públicas pesadillas
Que entenebran el día. No hay en el orbe una
Cosa que no sea otra, o contraria, o ninguna.
A mí sólo me inquietan las sorpresas sencillas.
Me asombra que una llave pueda abrir una puerta,
Me asombra que mi mano sea una cosa cierta,
Me asombra que del griego la eleática saeta
Instantánea no alcance la inalcanzable meta,
Me asombra que la espada cruel pueda ser hermosa,
Y que la rosa tenga el olor de la rosa.

Poema maravilloso que parece indicar un despertar a la Realidad de lo que Es, a los sutiles movimientos del universo que nada tienen que ver con lo espectacular. Intimista y precioso, como el amor. Es el beso nocturno que robamos a la alborada. El rostro de Dios en cada rostro…, ay, es una auténtica pasada.


A mí siempre me han interesado profundamente las “mitologías del Norte”, debo haber sido vikingo en otra vida, o probablemente general sajón en Northumbria, Mercia o Wessex, aún recuerdo en sueños el tacto del acero antes de mi primera batalla, siento correr por mi garganta un licor amargo y cálido a la vez y el frío de la lluvia y la nieve cuando era niño y mis padres me enseñaban el áspero idioma del Beowulf y la batallas de Maldon y Brunanburh. Sé que este recuerdo de vida anterior no es mío del todo, creo que es de Francisco, pero el muy parapelao me lo ha insertao tan adentro del cocoroto que no me lo puedo quitar. Es un jubileo todo esto, una sistina infecta de alumbramiento e impiedad.

A por otro poema sobre las tierras del Norte…

EN ISLANDIA EL ALBA

Ésta es el alba.
Es anterior a sus mitologías y al Cristo Blanco.
Engendrará los lobos y la serpiente
que también es el mar.
El tiempo no la roza.
Engendró los lobos y la serpiente
que también es el mar.
Ya vio partir la nave que labrarán
Con uñas de los muertos.
Es el cristal de sombra en que se mira
Dios, que no tiene cara.
Es más pesada que sus mares
y más alta que el cielo.
Es un gran muro suspendido.
Es el alba en Islandia.

Sin comentarios.

Y luego Borges tiene esas joyas de luz a modo de poesía japonesa que te llenan el corazón de infinita felicidad…

Alto en la cumbre
todo el jardín es luna,
luna de oro.
Más precioso es el roce
de tu boca en la sombra.

O…

Triste la lluvia
que sobre el mármol cae,
triste ser tierra.
Triste no ser los días
del hombre, el sueño, el alba.

Y qué os parece este poema sobre el libro oracular chino I Ching (o I King, el libro de las mutaciones, un texto espiritual básico y bésico):

PARA UNA VERSIÓN DEL I KING

El porvenir es tan irrevocable
Como el rígido ayer. No hay una cosa
Que no sea una letra silenciosa
De la eterna escritura indescifrable
Cuyo libro es el tiempo. Quien se aleja
De su casa ya ha vuelto. Nuestra vida
Es la senda futura y recorrida.
Nada nos dice adiós. Nada nos deja.
No te rindas. La ergástula es oscura,
La firme trama es de incesante hierro,
Pero en algún recodo de tu encierro
Puede haber un descuido, una hendidura,
El camino es fatal como la flecha
Pero en las grietas está Dios, que acecha.


Proverbiales palabras, ciertamente. Por cierto, una ergástula (o ergástulo) es un “lugar en el que vivían hacinados los trabajadores esclavos o en que se encerraba a los esclavos sujetos a condena” (DRAE).

Pero bueno, que ya tenéis bastante “food for thought” para esta semana, os voy a ir dejando con mi poema favorito, unas líneas que todavía me hacen estremecer después de 1327,3 lecturas y es que este poema siempre pone en perspectiva mis prioridades en la vida. Es diáfano, creo, y no necesita la menor glosa. Que os guste:


EL REMORDIMIENTO

He cometido el peor de los pecados
Que un hombre puede cometer. No he sido
Feliz. Que los glaciares del olvido
Me arrastre y me pierdan, despiadados.
Mis padres me engendraron para el juego
Arriesgado y hermoso de la vida,
Para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz. Cumplida
No fue su joven voluntad. Mi mente
se aplicó a las simétricas porfías
Del arte, que entreteje naderías.
Me legaron valor. No fui valiente.
No me abandona. Siempre está a mi lado
La sombra de haber sido un desdichado.

Hoy, hijos míos, os llevaré en mi coronilla desde alta mar hasta la más baja orilla, así, tos juntitos y apretaditos, como cachorritos en manada, plácidamente, sin prisa alguna, picando pepinillos y aceitunas, disfrutando de las vistas, saboreando un atardecer de merengue y de nata y de crema con canela, ay, si es que os quiero como la pera al pero, o la juliana al julieno, ay, cositas mías de mi corazón, venga ya, todos a bordo, que tiempo habrá para charlar…

No hay comentarios:

Publicar un comentario