miércoles, 14 de diciembre de 2011

LECCIÓN DE POESÍA NÚMERO 25


Ay…, Dylan Thomas, Dylan Thomas, Dylan Thomas.   La otra noche me fui de farra con Francisco, ya ves, hacía mucho que no nos daba por pelar la noche con pandereta y zapatillas así que dijimos, qué coño, vamos a destrozar cada calle a base de versos y besando a todo vecino que vista su alma para fuera.  Fue brutal.  Nos hinchamos a beber poleos menta e infusiones de tomillo, comimos como salvajes mandarinas y pomelos hasta que se nos puso la piel color ciruela y así, colocados de “buena vida”, nos pusimos a recordar viejos tiempos, aquellos en que ambos teníamos pelo, ya poco, pero que aún nos cerraba el chakra axial ese del perolo (para aquellos interesados, es el llamado séptimo chakra “sajasra-ara” que tiene la forma de una flor de loto invertida y se sitúa justo en la coronilla) un poco y evitaba que se nos resfriaran las energías alternativas.  Y va Francisco, todo puesto de infusiones, y me espeta que el poeta que más le había influenciado en sus años de formación (de deformación, le corregí yo) era Dylan Thomas.  Me dejó de una pieza, porque también era un escritor esencial para mí.  Seguía Francisco recordando una mañana en que cogió el autobús para ir a uno de los institutos en los que enseñaba español cuando vivía en Oxford, decía que se había pasado toda la noche leyendo a Thomas y que iba totalmente mesmerizado, sin desayunar y todo “puesto de poesía” (sus palabras), y recordaba cómo su primer poema original en inglés se le formó de manera hipnótica mientras veía pasar el tráfico bajo la lluvia por la ventana del autobús.

Pero vamos a lo que nos importa... 

TERCERA TEMPORADA - LECCIÓN 25 - DYLAN THOMAS



Con esto en mente, me he decidido por traeros un pedazo de poema de Dylan Thomas para esta segunda clase.  No ha sido fácil elegirlo, que tiene tantos y tantos alucinantes, pero estuve de acuerdo con Francisco en que su poema más volátil (a saber qué entendía él por volátil) era "La fuerza que por el verde tallo impulsa la flor".  Reconozco que nunca lo había leído en español y que buscando una versión para todos vosotros me he encontrado con varias traducciones maravillosas.  Me quedo con esta, de Esteban Pujals.  Espero que os guste, o algo.  En seguida estoy con vosotros.

La fuerza que por el verde tallo impulsa la flor
impulsa mis verdes años; la que agosta la raíz del árbol
es la que me destruye.
Y yo estoy mudo para decirle a la rosa doblada
que dobla mi juventud la misma invernal fiebre.

La fuerza que impulsa el agua entre las rocas
impulsa mi roja sangre; la que seca las ruidosas corrientes
vuelve cera la mía.
Y yo estoy mudo para decirles con mi boca a mis  venas
que la misma boca bebe en la corriente del monte.

La mano que arremolina el agua del estanque
remueve la arena; la que amarra el soplido del viento
detiene mi vela de sudario.
Y yo estoy mudo para decirle al verdugo
que su cuerpo vil está hecho de mi arcilla.

Los labios del tiempo sorben del manantial;
el amor gotea y se recoge, más la sangre vertida calmará sus pesares.
Y yo estoy mudo para decirle al viento de un tiempo
que el tiempo ha marcado un cielo alrededor de los astros.

Y yo estoy mudo para decirle a la tumba de la amada
que en mi sábana avanza encorvado el mismo gusano.

(Si quieres leer el original en inglés, pincha aquí)

Para mí, esto es una “vuelta al corazón de las cosas”, es un canto a la vida y a la muerte por igual, un regreso al bosque oscuro que ilumina, a la piedra, al musgo (¿hay alguien behind the musgo or behind the corteza?), a la medusa amante y madre que se precipita hacia la espada primordial.  Es todo eso y más.  Lo leo y me dejo ir en pos de sus versos, dejo de ser yo para ser tú y aquel otro y aquel otro "otro" y así no ser nadie por fin y por fin perderme por y para siempre en el vórtice infinito de tu mirada.  O sea que me monto en el primer verso, con eso de la fuerza y el tallo verde, y desde allí todo arropado por la carne del poema se me hierve la sangre y me evaporo to juntito hasta arriba del techo para desmoronarme ahíto ya de feliz muerte y vida eternizada.  Y después me vuelvo para el mundo y me preparo un bocata de sardinas bien aceitosas y me las papeo gritando por el patio de vecinos tacos infames y palabras tan hermosas que las farolas se derriten de pura alegría sónica.

Espero que os haya gustado este segundo poema, quedan todavía unos cuantos, así que ya sabéis dónde estoy, quejas y peticiones siempre para este lado de acá, que todos sois bienvenidos.

Hasta dentro de quince días, chiquitines, lindosones.