viernes, 19 de noviembre de 2010

LECCIÓN DE POESÍA NÚMERO 19


Esta va para el Dani, porque sí, porque me da la santa gana y porque es un buen tipo que frecuenta los bares del alma.

Pasan los años y mi calva va estupefactándose de dentro para fuera. Como os lo cuento. Es extraño pero cada vez me parece más normal. Y lo que saco de esto es algo obvio. El poema y la canción son hijos de un mismo Dios. De hecho no hay diferencia entre la poesía y la música. El poema es canción. La canción es poesía. Así que de este tocho temario que me gasto miércoles sí, miércoles no, hoy he decidido sacarme una canción de un grupo americano y maravilloso. De esos grupos que te desgastan de dolor el corazón con cada acorde y a pesar de tener ganas de llorar hasta con los dedos de los pies, tú nunca tienes suficiente y no paras de pedir otra canción. Algo parecido nos pasa con el amor.


2 TEMPORADA - LECCIÓN 19 - COUNTING CROWS
La leche, colegas, los Counting Crows son la leche. Tienen canciones que son tan tristes como el hombre más triste del mundo. Como la voz más triste de la tierra. Si lo dudáis, id al tutubo y escuchad “Colorblind”, acaso la tristeza más profunda hecha canción, es tal la fragilidad y la fantasmagórica presencia que emana del tema que cada vez que lo escucho me quedo sobrecogido por dos o tres siglos y luego vuelvo al mundo como si hubiera pasado un minuto (a veces dos). Pero yo quiero compartir con vosotros un tema más luminoso que se titula Mrs. Potter’s Lullaby. Hoy voy a evitar todo comentario, porque lo suyo, almas divinas de precioso corazón, es que leyeseis la letra, escuchaseis la canción, vieseis el video, todo eso. Así que ahí va, yo me desaparezco ya, que estoy sobrando.

By the way, esta entrada la hemos hecho colaborando los “tres en uno”: yo, el Francisco Lunático y el Guinterborbotón, ahí es na. En otras palabras, la traducción es de Francisco (me apunta él mismo que os diga que es bastante libre y creativa, apoetizada, comenta) con el apoyo lingüístico de Daniel, yo he puesto la casa, el blog y las birras.
Al final veréis dos hipervínculos, uno hacia el texto original inglés, el segundo hacia el video del tema en you tube. Un beso, mis preciosos.

La canción de cuna de la Señora Potter.

A ver, desperté a media tarde porque es entonces cuando todo duele
mucho más. Suelo soñar que no conozco nunca a nadie en la fiesta
y que para colmo soy el anfitrión,
si los sueños son como películas, entonces
los recuerdos son pelis de fantasmas.
Nunca puedes huir, sólo puedes irte hasta la playa.

A ver, soy un idiota que camina sobre el alambre de la fortuna y de la fama,
un acróbata balanceándose en el trapecio y que atraviesa círculos de fuego,
si nunca miraste hacia lo lejos, entonces tu vida es una mierda
y aunque yo nunca vaya a olvidar tu cara,
hay veces que no recuerdo ni mi nombre.

Hey, señora Potter, no llores,
hey, señora Potter, sé por qué pero…,
hey, señora Potter, acaso no quieres contármelo.

A ver, hay un trozo de María en cada canción que canto
y el precio de la memoria es el recuerdo de la tristeza que conlleva
y siempre hay una última luz que apagar y una última puerta a la que llamar
y el último en salir del Circo es el que tiene que cerrar bien todo,
porque si no los elefantes se irán y olvidarán lo que dijiste
y los fantasmas de las atracciones merodearán en tu cabeza
y los restos de la noria girarán y girarán dentro de ti.

Cuando te veo, una manta de estrellas me arropa en la cama.

Hey, señora Potter, no llores,
hey, señora Potter, sé por qué pero…,
hey, señora Potter, acaso no quieres contármelo.

Todos los reflejos de las luces azules que dan color a mi mente cuando duermo,
todos los rechazos que hacen enfermar de amor y que siempre acompañan
a las compañías que frecuento,
todas las percepciones afiladas como cuchillas y que me cortan hasta el hueso.
Escucha, puedo sangrar tan bien como cualquiera,
pero necesito a alguien que luego me ayude a dormir.

Así que lanzo mi mano hacia los cielos y se columpia en cada rayo de luz,
es una breve interrupción del polvo resplandeciente
que se asemeja al brillar de los impulsos.
A ver, sé que no te reconozco y que probablemente no eres lo que pareces,
pero te aseguro que me gustaría descubrirlo
así que ¿por qué no sales de esa pantalla de cine?

Hey, señora Potter, no me des la espalda,
hey, señora Potter, ardo de pasión por ti,
hey, señora Potter, acaso no quieres hablar conmigo.
Cuando el último rey de Hollywood destroza su copa contra el suelo
y pide otra más,
bien, me pregunto por qué lo hace,
es entonces cuando sé que tengo que marcharme porque ya había estado aquí antes.

Así que dejé mi sitio libre en el bar y me fui hacia la puerta.

Condujimos hasta el desierto para tumbarnos justo
debajo de este cuenco de estrellas,
nos pusimos en pie en el palacio como si fuera el último bar del mundo,
gritamos estas canciones contra el estruendo eléctrico de las guitarras.

Hoy puedes ver a miles de kilómetros
pero no llegarás muy lejos,
hoy puedes ver a miles de kilómetros
pero no llegarás muy lejos.

Hey, señora Potter, no te tocaré,
hey, señora Potter, no es gran cosa pero…,
hey, señora Potter, acaso no quieres hablar conmigo.


Video de la canción: http://www.youtube.com/watch?v=85McHO_9TwM

Letra original en inglés: http://www.lyrics007.com/Counting%20Crows%20Lyrics/Mrs.%20Potter


miércoles, 10 de noviembre de 2010

LECCIÓN DE POESÍA NÚMERO 18


Uno nunca sabe cuándo llega hasta que llega. Uno se levanta de la cama, se calza unos gayumbos limpios (o sucios si no tiene otros a mano), se rasca el culo con desgana y con cara de bizcocho borracho se marcha para el baño para aliviar su humanidad. Después, con el mismo sueño y la misma pereza entre cacha y cacha, se va para la cocina y se prepara un café infecto de monotonía, de lunes con olor a orinal y así, sin nada que haga interesante ese día (ni ningún otro), nos vestimos, nos ponemos nuestros rostros humanos y aportamos nuestra granito en este “gran teatro del mundo”. Y de repente, de la nada, se nos aparece una mirada, un poema, una caricia inesperada…, y todo tiene al instante otro color, y damos saltos con el páncreas, con el ombligo, con las orejas…, qué se yo.


2 TEMPORADA: LECCIÓN 18 - JOHN UPDIKE

Y eso te puede ocurrir, amigo mío, si te poner a leer la poesía de John Updike, escritor americano más conocido por su obra en prosa que por sus versos. Algunos habréis leído sus libros sobre “Conejo” Angstrom, verdaderas joyas de la literatura norteamericana moderna. Pero hoy yo aquí vengo a refrotaros el cuerpo serrano con dos de sus poemas más bellos. La leche de bonitos que son. Uno es corto, el otro non.
John Updike, ahí es nada. Disfruta de ellos, colega, puede que te alegren el día, y si el día ya ha sido alegre, canalla, esto va a ser ya la repanocha.


La Bendición

La habitación se oscureció, se oscureció hasta convertir
nuestros cuerpos desnudos en una forma gris,
entonces rompió a llover
y fuimos cobijados, bendecidos,
amparados en un mundo de elementos
que nos justificaba.
En todo el amor que antes por ti había sentido,
en todo ese amor,
no hubo amor semejante
al que sentí cuando la lluvia comenzó:
la habitación en penumbra, una envolvente agitación,
la esbeltez de tu garganta,
esa bendita esbeltez.

(The Blessing

The room darkened, darkened until
our nakedness became a form of gray;
then the rain came bursting,
and we were sheltered, blessed,
upheld in a world of elements
that held us justified.
In all the love I had felt for you before,
in all that love,
there was no love,
like that I felt when the rain began:
dim room, enveloping rush,
the slenderness of your throat,
the blessed slenderness.)

Chulo, ¿que no? Y ahora lo vais a flipar, colegas, os vais a quedar de una pieza. Aquí llega uno de los poemas más maravillosos jamás escritos, de esos que te dejan sin aliento, como si te hubieran besado durante seis o siete años sin parar ni para tomar aire. Es una joya de brisa primaveral que se te incrusta en el corazón y he hace estar agradecido de ser humano en esta vida.

Pálida felicidad

Compartir una botella de vino blanco
con una mujer desnuda
a la mitad del día.

(Pale Bliss

Splitting a bottle of White wine
with a naked woman
in the middle of the day.)

Ay, mis queridos estudiantes del amor y de la vida, de la verdadera poesía. Os tengo que dejar ya porque un animal herido está gimiendo dentro de mi pecho. Que el fuego blanco de la mañana surque vuestras arterias al despertar a lo único que es Real: el Silencio, la Esperanza y la Bondad.