martes, 9 de marzo de 2010

LECCIÓN DE POESÍA NÚMERO 6




Hoy es un día de cielo, arena y cuchillos afilados. De penumbra hiriente. De salvajismo inveterado. De castaña en to los dientes. De limpiar los baúles del alma, de formatearnos el cerebro y olvidar los malos rollos. Hoy es un día real, ahí es nada. Hoy, colegas de los versos, es de verdad. Mirad detrás de vosotros, ¿qué veis? La pura realidad. Ahora delante, ¿y? Lo mismo. Toma ya. Hemos descubierto de qué va el juego de la vida, de ahora en adelante, lo mismo pero más...


LECCIÓN 6 - HOY LEEMOS A GLORIA FUERTES


¿Qué sabéis de Gloria Fuertes? Me imagino que la imagen que perdura en la mayoría de vosotros es la de aquella mujer de voz peculiar, versos fáciles para niños y fácil de parodiar. Pero Gloria, ay Gloria de mi vida, Gloria era una voz que provenía del centro mismo del universo. Era una mujer que en sus labios había destilado la esencia misma del fuego, el sabor infinito del mar y la profundidad agridulce del corazón enamorado no correspondido. Gloria nació en Lavapiés en 1917 y rápidamente dejó claro que ella no era ni hombre, ni mujer, ella era lo que era:
la luz del otoño al atardecer, la nieve de diciembre en el rostro del muerto, el rayo de sol que en verano nos hace querer ser pieles rojas, la brisa primaveral que nos roba la razón con la alegría de ser todo corazón. Ay, Gloria infinita. Ay, Gloria de Dios. Ay.

Pues que sepáis que Gloria fue sobre todo y "por la gloria de sus versos", poeta. Y qué poeta. Sideral, estrellina, fascininta, opipulenta..., o más... Ay, Gloria mía. Ay. Gloria de todos y ninguno.

De ella son esos versos tan maravillosos que dicen:

Una tarde al llegar a casa
me encontré la sorpresa de quererte,
fue una bomba en mis manos.
(¡Qué barullo en la herida!...)


Qué pasada, qué bonito, qué lleno de vida y de muerte. Eso, leches, eso mismo es el "darnos cuenta de que estamos enamorados", ¿verdad? Vemos a alguien un día, otro, otro más..., y una tarde, justo al llegar a casa y dejar nuestros bártulos en la habitación, ZAS, todo se nos viene al pecho, todo y mucho más, ay, Gloria de cielo y Gloria de tierra, nos damos cuentas de que estamos enamorados y eso es una bomba que no tenemos ni pajolera idea de cómo manejar. Para eso no sirven ni padres, ni escuela, ni amigos, no se puede enseñar..., el amor hay que vivirlo y cada vez que ocurre es distinto y no sirve de nada lo que ya sabíamos... Osplis, qué maravilla es eso del amor. Cómo me gusta, con sus alegrías, tristezas, locuras, silencios. Ay, Gloria de vida, ay, Gloria de muerte, ay, Gloria estupenda.

Gloria también nos dijo en un minipoema que


HAY TRES CLASES DE PERSONAS

Hay tres clases de personas:
Las que sudan
las que tosen
y las que son felices.


Y yastá, qué más puedo decir ante esto...

Pero el poema que he elegido para hoy es el que sigue...

UNA DE LA MADRUGADA EN MADRID



...Y no hay dónde llamar - como en América - ,
que llamas y te atiende un sacerdote
- doctor en psiquiatría -;
...y no hay dónde llamar - que no hay tu tía - ;
...que se inunda la casa,
a chorros mueres...



...Por la mañana azul ya es otra cosa,
te afeitas o te pegas maquillaje,
te pones el vestido o tú el traje,
coges el autobús y eres un muerto.

Ay, Gloria. Cronista de la vida y de su esencia. Tú, que lo ves todo, ¿me dirás qué corazón ponerme hoy que me duelen hasta las pestañas? ¿Me ayudarás esta tarde en la que no sé cómo mirar el mundo sin echarme a llorar? Y sí, claro que me echarás una mano, cómo no..., con tus poemas, con tu recuerdo. Tú, maravilla y Gloria bendita, has sabido beber de cada charco, sacar las espinas más bellas de las rosas atroces del amor que lacera y cura y embriaga y no espera. Ay, Gloria mía. Ay, Gloria de mi corazón.
Y hoy, para acabar, tengo que hacerlo con un poema de ese ser que absorbe quédamente la insolente esencia del horizonte, Francisco José Francisco Carrera, ominoso e inefable a la vez, porque él mismo ha reconocido la grandeza de esta Gloria. Con él, y que no sirva de costumbre, acabo hoy mi entrada:

APOLOGÍA DE GLORIA
Por Francisco José Francisco Carrera

Aconsejaba beber hilo
(y era sabia en la materia),
hacerlo con cierto sigilo
para no llenarse las arterias.

Era gloria fuerte y bendita,
era vaca enmaromada,
una princesa oscura y maldita,
una bruja enamorada.

De aquello que dejó dicho
a mí todo me gusta mucho,
quizá porque era un poco bicho
o porque yo soy mucho chucho
.

Hay días en que quisiera ser ella,
ser así, fresca y malhablada,
no ser esta niña sosa y bella,
ser pelirroja y calva, DESCARADA.

Ay, hija mía, cosita linda,
cómo puedo hacerte el amor,
si tú eres un simple guinda
y yo, una triste coliflor.

Estos versos no son míos,
ni tampoco son de otro,
son el mar, el lago, el río,
son las líneas de mi rostro
.

Estoy ahíto de hilo puro,
estoy cansado de ser la morsa,
más allá del alto muro
sólo me quedan sus esposas.


Tun turuntún atito,
este ritmo me se incrusta
como zumbido de mosquito
pero, vaya, no me asusta.

Y bien, que me va entrando gusa,
te doy las gracias amada Gloria
por haber sido mi musa
con tu cuerpo lozano de noria.

Repito pues que ella aconsejaba
ponerse de hilo hasta las patas,
yo lo he hecho, de pura baba,
y lo sigo haciendo hasta las tantas.

Y yo, ducho en cosas vanas,
os aconsejo ser morados
y a sabiendas besar ranas
haciendo de reyes, cardos

y de cardos, empanadas.

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