miércoles, 29 de septiembre de 2010

LECCIÓN DE POESÍA NÚMERO 15


Interior. Tarde. Un hombre calvo como un melón esta ante su ordenador escribiendo. Por la expresión de su rostro parece entre iracundo y preocupado. A veces presenta un rictus desencajado. En otras ocasiones se rasca el culo a conciencia, como si le picara mucho. En seguida se pone a hablar en alto aunque está completamente sólo…

Cocoroto: Joder, joder y joder. Lo sabía. Tarde o temprano tenía que pasar. Aquí no se salva ni el apuntador. Todos al pilón, así, sin más. Sin explicaciones. Sin misericordia alguna. Yo te escribo y hago lo que me da la real gana. Joder. Vaya mierda pinchada en un palo. Y mira que lo sabía. Y va el lunático este del Francisco y se ventila de un plumazo al güinterbobotonto ese que escribe los miércoles que yo libro, y simplemente porque, como nos escribe él, pues eso, que se cree el amo de nuestras voces. Acojonado me quedé, oye, el pasado miércoles cuando vi que, porque decía que tenía mucho trabajo, Francisco le mandó callar al guiri, así porque se le puso en el bajo vientre. Y si se lo ha hecho a él…, nada le impide hacérmelo a mí…
PUES QUE SEPAS QUE YO NO ME CALLO. EL COCOROTO NO DEPENDE DE TU DISCURSO Y DESDE HOY ME DECLARO INDEPENDIENTE DE LA SOBERANÍA FRANCISQUIL.
Toma ya, ya soy yo mismo y no el desdoble maquillado de un ser infecto y sin alma…, y libre de polvo y de paja me pongo a lo mío, que para eso existo. Para hablar de poesía.


Y bien, queridos míos, llego ya con nuestra segunda lección. Con otro maravilloso poeta dispuesto a enseñarnos sus intimidades. Acaso mi poeta favorito entre los americanos, acaso no. Pero me gusta tanto, tanto, tanto que no sé muy bien por dónde empezar. Me estoy refiriendo a Raymond Carver. Su vida es tan fascinante que casi os enviaría a la Wikipedia si os apetece saber cosas sobre él. Hoy los poemas son tan poderosos que prefiero ocuparme de ellos pero ya mismo.


2ª TEMPORADA: LECCIÓN 15 - RAYMOND CARVER


He elegido dos poemas, uno largo y otro corto.
El largo es, como veréis, muy narrativo y reflexiona sobre lo que significa de verdad SER POETA, pero habla también de las cosas que son VERDADERAMENTE IMPORTANTES en la VIDA.

Vamos a ello.


UNO MÁS
Por Raymond Carver

Se levantó temprano, la mañana teñida de emoción,
listo para ponerse a escribir. Tomó una tostada y huevos,
café, y fumó unos pitillos, mientras pensaba en el trabajo
que le esperaba, el difícil sendero a través del bosque.
El viento empujaba a las nubes en el cielo,
agitando las hojas que quedaban en las ramas,
al otro lado de la ventana. Unos pocos días más y habrían
desaparecido, esas hojas. Había un poema en eso, podría ser;
tenía que pensar en ello. Fue a su mesa,
dudó durante largo rato, y luego hizo
lo que demostró ser la decisión más importante
que tomaría en todo el día, algo para lo que toda
su imperfecta vida le había preparado. Puso a un lado
la carpeta de los poemas – un poema en concreto todavía
seguía en su mente después del inquieto sueño de la noche.
(Pero, en realidad, ¿qué es uno más o menos? ¿Qué más da?).
Contaba con todo un día abriéndose ante él.
Lo mejor será limpiar el suelo antes. Tenía que ocuparse
de unas cuantas cosas, incluso de unos familiares que
no debería dejar para mucho más tarde. De modo que no paró.
Trabajó sin parar el día entero – dominado por amor y odio,
un poco de compasión (muy poco), una sensación conocida,
incluso desesperación y alegría. Hubo ocasionales estallidos
de ira, que luego se calmaban, mientras escribía cartas
diciendo “sí” o “no” o “depende” – explicando por qué, o
por qué no a personas que nunca había visto y nunca vería.
¿Le importaban? ¿Le importaba algo así? Algunas sí.
También atendió unas cuantas llamadas, e hizo algunas, que
a su vez provocaron la necesidad de hacer algunas más. Así es,
ahora se siente incapaz de hablar, prometió llamar al día siguiente.
Hacia la tarde, agotado y notando con claridad (pero
erróneamente, claro) que había pasado un día de trabajo
honrado, se detuvo a hacer inventario y tomar nota
del par de llamadas que tenía que hacer la mañana siguiente si
quería estar al tanto de las cosas, si no le apetecía
seguir escribiendo cartas, que no le apetecía. Ahora,
se le ocurrió, estaba harto de todos estos asuntos,
pero seguía igual, terminando la última carta que debería de
haber contestado semanas atrás. Luego, levantó la vista.
Afuera era casi de noche. El viento se había calmado. Y
los árboles – todavía seguía, casi despojados de todas
sus hojas. Pero, por fin, su mesa estaba despejada
si no se tuviera en cuenta esa carpeta de poemas que
le inquieta mirar. Mete la carpeta en un cajón, la
quita de su vista. Estará en buen sitio, segura y
él sabrá dónde descansar las manos cuando
sienta le necesidad de ello. ¡Mañana! Hoy ha hecho todo lo que
podía hacer. Había aún esas llamadas que tenía que hacer,
y olvidó que debía de llamar él, y había unas cuantas notas
que debía de mandar debido a algunas de las llamadas, pero
ahora no lo iba a hacer, ¿o sí? Estaba fuera del bosque.
Podía llamar hoy. Había hecho lo que debía hacer. Lo que
su conciencia le dijo que hiciera. Había cumplido con
sus obligaciones y no había molestado a nadie.
Pero en ese momento, sentado allí delante de su ordenada mesa,
sintió vagos remordimientos por el recuerdo del poema que
quería escribir esta mañana, y estaba ese otro poema
que tampoco conseguía recordar.
Así eran las cosas. La verdad, es que no hay mucho más que decir.
Qué se puede decir de un hombre que prefirió hablar por teléfono
el día entero, y escribir cartas estúpidas
mientras deja a sus poemas desatendidos, abandonados
- o peor aún, sin empezar - . Este hombre no merece poemas
y éstos no deberían acudir a él en ninguna forma.
Sus poemas, si producía alguno más,
deberían de comerlos las ratas.

Ahí queda eso. Pedazo de reflexión vital. Me encanta.

Pero quiero acabar con el más delicioso de sus poemas. Su último poema. De su último libro de poesía. Antes de morir…

ÚLTIMO FRAGMENTO

¿Y conseguiste lo que
querías de la vida?
Lo conseguí.
¿Y qué querías?
Considerarme amado, sentirme
amado en la tierra.


Y qué más decir después de esto…, que hasta dentro de dos semanas, si Francisco quiere (mierda, mi independencia a la porra, ya me está manejando)




No hay comentarios:

Publicar un comentario